36 mil féminas pierden la vida anualmente por padecimientos como neumonías, diarreas, cáncer, enfermedades cerebrovasculares y de las vías respiratorias. La exposición a plaguicidas, disolventes, humo y vectores, e incluso la pobreza, son algunas de las actividades y situaciones que repercuten en su salud. La contaminación afecta, sobre todo, a las mujeres, debido a que “acumulan más tóxicos que los hombres, al tener mayores niveles de grasa en su cuerpo”.


Texto y fotografía principal: Francisco Rincón.


Maritza destapa un frasco de cloro para limpiar el piso de su hogar e inhala los gases tóxicos del químico; Siente “leves” mareos y “una puntada en la cabeza”, pero continua “de lo más normal”.  A cientos de kilómetros, en Valencia –Región Central de Venezuela-, Estefany cocina una sopa de verduras sobre un fogón que “hierbe” gracias a la leña que su familia recogió. A su lado, permanece su hija de 17 años con una bebé en brazos y sus vecinas, todas victimas del humo que matiza el medio ambiente y apaga sus vidas.

Los anuarios de mortalidad de Venezuela –que el gobierno oculta desde el 2013 así como otros documentos de interés público y de obligatoria publicación- desentrañan -según las estadísticas oficiales- un “panorama desolador”: Cada año, más de 36 mil 800 mujeres fallecen en el país a causa de enfermedades relacionadas con el medio ambiente, es decir, 101 por día.

En el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el impacto del medio ambiente es mortal. El 23 por ciento de los decesos están relacionados con las condiciones del entorno, esto representa unas 12,6 millones de muertes al año y entre las principales causas de fallecimiento destacan los accidentes cerebrovasculares, cardiopatía isquémica, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas, enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias, afecciones neonatales, paludismo, entre otras.

Factores de riesgo en el hogar, lugar de trabajo y comunidad, a través de la contaminación del aire, agua, saneamiento e higiene, exposición a productos químicos, radiación ultravioleta, ruido ambiental, prácticas agrícolas, entornos urbanizados y cambio climático, hacen estragos. Venezuela no escapa de esa realidad y al contrastar la tesis de la organización con las estadísticas publicadas por el estado, resalta que entre 1998 y 2013 fallecieron por estas causas más de 488 mil mujeres que, del 100 por ciento, representan el 46 por ciento y los hombres el 54 por ciento restante.

Ascenso vertiginoso

En el transcurso de esos 16 años, los decesos de mujeres a causa de enfermedades relacionadas con el medio ambiente aumentaron paulatinamente a excepción del año 2000, 2002, 2004, 2005 y 2006. En comparación a 1998, para finales de 2013 se registraron más de 10 mil nuevas muertes.

De las 10 patologías que ocupan los primeros lugares como causas de muertes, las mujeres superan a los hombres en dos de los renglones: Ellas sucumben con mayor frecuencia que ellos, a causa de enfermedades cerebrovasculares e infecciones agudas no especificadas de las vías respiratorias.

El drama en el país sudamericano no es casual, así lo refleja su situación ambiental. La ONG Vitalis en su balance anual presentado en 2017, detalló que los principales problemas ambientales son la minería y su impacto al ambiente, la gestión inadecuada de los recursos hídricos basados en una débil gestión que se manifiesta en la escasez y desabastecimiento de agua en centros poblados, contaminación, falta de tratamiento de aguas residuales e industriales, despilfarro, ausencia de inversión, entre otros, además del deficiente manejo de los residuos y desechos sólidos, pese a que en 2010 se promulgo la ley para la gestión integral de la basura.

A estos flagelos se suman la perdida alarmante de biodiversidad causada principalmente por la destrucción de hábitats naturales, la agricultura, ganadería, desarrollos urbanísticos, expansión industrial, cacería y venta ilegal de fauna silvestre. El cumulo de problemas lo completan la vulneración de las áreas naturales protegidas, débil respuesta a eventos climáticos, falta de institucionalidad y gobernabilidad ambiental, deficiente gestión urbana, carencia de programas de educación ambiental, contaminación ambiental, desarrollo no sustentable del país y manejo ex situ de la fauna.

El colapso de los servicios públicos es otro problema que impacta trágica y sensiblemente a las mujeres.

Las múltiples caras de los problemas 

Sobre los orígenes de la hecatombe, surgen diversas teorías, entre las que destacan la de Alejandro Álvarez, educador y activista ambiental, quien comenta que, en el planeta, las mujeres son las principales víctimas del deterioro ambiental debido a sus actividades y el rol que cumplen como madres y de soporte familiar.

De acuerdo a la OMS, el aire interior y exterior, el agua contaminada, la falta de saneamiento adecuado, los riesgos de toxicidad, los vectores de enfermedades, la radiación ultravioleta y los ecosistemas degradados, son factores ambientales de riesgo importantes para los niños y sus madres.

El plomo en el aire, el mercurio en los alimentos, así como otras sustancias químicas, pueden tener efectos a largo plazo, a menudo irreversibles, como infertilidad, abortos espontáneos y defectos de nacimiento.

Las embarazadas que viven y trabajan en entornos peligrosos y las madres pobres y sus hijos, corren mayores riesgos porque están expuestas a medios muy degradados, además de desconocer las repercusiones de ello para la salud y carecer de acceso a información sobre las posibles soluciones. Por lo general, mientras mayor es el tamaño del asentamiento humano, más difícil es repartir equitativamente los recursos disponibles, por lo tanto, su nivel de vida disminuye, lo que origina en la mayoría de los casos una caída en su nivel cultural y educativo, trayendo como consecuencias el desarrollo de actividades contaminantes que resuelven sus problemas en el corto plazo, pero da lugar a otros peores más adelante.

Fotografía: Dagne Cobo Buschbeck | El Estimulo

Marcadas por su entorno

La profesora Alida Labarca señala que existen características anatomo-fisiológicas básicas que afectan de manera diferenciada a hombres y mujeres, y es “importante” determinar cuáles son los problemas ambientales a los que se enfrentan, evaluar las condiciones en las que se encuentran, edad, tipo de alimentación, profesión y actividad social.

La endocrinóloga Carme Valls-Llobet, miembro de la organización “Mujeres Europeas para un Futuro Común” explicó a EFE Verde la relación entre el surgimiento de enfermedades y la contaminación del medio ambiente, y las consecuencias que tienen sobre la vulnerabilidad física de la mujer, debido a su mayor absorción de tóxicos.

Las mujeres acumulan más tóxicos debido a mayores niveles de grasa, un 15 por ciento más que el de los hombres, lo que las convierte en un bioacumulador químico de las sustancias liposolubles.

La principal conclusión sobre la incidencia de la contaminación en la salud, detalló la especialista, “es que el medio ambiente, agua, aire y alimentos que necesitamos para sobrevivir están a veces contaminados, y generan nuevos problemas de salud que hasta hace unos 150 años no hubiéramos podido relacionar”.

Valls-Llobet manifestó que la contaminación afecta de manera especial a las mujeres debido a que “su cuerpo tiene mayores niveles de grasa que el del hombre, porque está preparado para dar vida y para producir leche, y como consecuencia es más fácil que ellas acumulen los químicos tóxicos en la grasa”. La ciencia médica ha estudiado básicamente al hombre como si la evolución de las enfermedades y los efectos de los tóxicos y de los fármacos fueran igual en los hombres que en las mujeres. “Durante muchos años, aspectos de la salud de las mujeres han permanecido invisibles para la medicina y han estado condicionados por los estereotipos de género”.

Para la doctora, eso pone de manifiesto que falta ciencia para entender la salud de las mujeres, no tanto porque sean más débiles sino más vulnerables. “Muchos de los tóxicos ambientales son disruptores endocrinos y pueden alterar el periodo menstrual, pero están relacionados con el incremento de cáncer de mama, de páncreas, de próstata o de linfomas”.

Entre realidades y posibilidades

Enfermedades como la obesidad, la diabetes y las alteraciones de la función tiroidea, también se han vinculado a las exposiciones contaminantes ambientales que se desarrollan a partir de la vida fetal. Los productos que afectan al sistema nervioso central tienen su entrada facilitada por hormonas y neurotransmisores del propio cuerpo, entre ellos los estrógenos, por lo que su cerebro se verá más afectado que el de los hombres estando expuestos a la misma cantidad de exposición química, además, la carencia de reservas de hierro, de predominio femenino por la menstruación en edad reproductiva, hace más vulnerable el cerebro a minerales y químicos ambientales.

Estudios realizados en España hace más de una década “confirmaron” la relación entre mujeres que presentan leucemia y su exposición a benceno, cloruro de vinilo, fármacos antineoplásicos, pesticidas, empleadas de industrias de proceso de alimentos, industria textil o de la confección.

Se observó un incremento de cáncer de pulmón entre las mujeres expuestas a níquel, arsénico, cromo, y mercurio, trabajadoras de manufacturas de vehículos a motor, servicios de comidas, cosmetología y peluquerías; El cáncer de vejiga urinaria se incrementa entre mujeres que trabajan en tintorerías, industria textil, de plásticos, de la piel, en la utilización de pinturas y trabajadoras de asistencia sanitaria, y los tumores cerebrales son más frecuentes entre trabajadoras de peluquerías, asistencia sanitaria, industrias químicas, industrias de plásticos, manufacturas electrónicas y de computadores, entre otros.

José Félix Oletta, ex ministro de Sanidad y miembro de la Red Defendamos la Epidemiologia Nacional, señaló que “existe una gran preocupación por malaria en embarazadas, lo que eleva sustancialmente la mortalidad de la madre y del pequeño”. Entre cuatro mil 500 y seis mil embarazadas están expuestas a ese riesgo asociado con una enfermedad transmitida por vectores, favorecidos por las condiciones ambientales que imperan en el país.

La epidemia de Chikungunya y Zika entre 2014 y afectó a “muchas” mujeres –las cifras de casos permanecen ocultas- y esta última produjo graves consecuencias al feto de las embarazadas, como malformaciones y microcefalia.

Foto: Globovisión.com

Oletta resaltó que la nación tiene “una larga historia” de enfermedades endémicas favorecidas por cambio climático y las condiciones ambientales, como dengue y chagas, transmitidas por vectores. “El empobrecimiento progresivo de la población, las graves fallas del servicio eléctrico y de gas de uso doméstico, son otros de los problemas que incrementan el riesgo de enfermedades respiratorias crónicas en mujeres por exposición al humo cuanto cocinan con leña; eso también afecta a quienes la rodean”.

Especialista exponen como posibles soluciones para revertir las problemáticas, filtrar y desinfectar el agua en el hogar para mejorar la calidad microbiológica y reducir el riesgo de enfermedades diarreicas; Instalar hornillos mejorados para reducir la exposición a la contaminación del aire; Mejorar el almacenamiento y utilización segura de las sustancias químicas a nivel de la comunidad para reducir la exposición a productos tóxicos; Educar, puesto que si reciben la información que necesitan para conocer los riesgos ambientales presentes en sus hogares y en la comunidad, estarán mejor preparadas para adoptar medidas idóneas a fin de reducir o eliminar la exposición; La creación de políticas y programas de gestión ambiental bajo criterios profesionales y el financiamiento adecuado para el control de la contaminación.

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