En el primer trimestre de 2019 se registraron más de 18 mil focos en el país, con picos altos en Apure, Bolívar, Anzoátegui y Cojedes. Los incendios forestales devastaron más de 16 mil hectáreas. Funcionarios “hacen milagros” en un contexto en el que los cortafuegos no tienen mantenimiento, hay poco personal disponible y debilidad en el equipamiento.


Texto: Francisco Rincón Foto: Iván Ernesto Reyes / Efecto Cocuyo


Una estela de humo y escenas de “terror” alarmaron a la ciudadanía en la capital de Venezuela, la tarde-noche del 18 marzo de 2019. Un incendio forestal en el Parque Nacional Waraira Repano (El Ávila), arrasó con más de 50 hectáreas por falta de mantenimiento y capacidad de respuesta. Durante los tres primeros meses de 2019 (hasta el 19 de marzo), 70 incendios forestales arrasaron con más de 16 mil 476 hectáreas, según una recopilación de datos elaborada por Mediosur a partir de publicaciones en medios de comunicación social, declaraciones, informaciones difundidas en cuentas de twitter institucionales y reportes de infociudadanos.

Las llamas han afectado o amenazado lagunas, parques nacionales, complejos agroindustriales, estaciones de servicio, cuarteles, instalaciones eléctricas y de telecomunicaciones, bosques, universidades, páramos y comunidades. Los cortafuegos sin mantenimiento, la falta de vigilancia, la debilidad en el equipamiento, la disminución de bomberos forestales e impunidad de incendiarios son algunas de las principales problemáticas que “alimentan” las llamas. Funcionarios hacen milagros para extinguir los incendios sin tecnología de punta, escasez de agua y poco personal disponible.

En el país, entre enero y abril, se concentran más del 75 por ciento de los focos de incendios forestales, con un máximo en marzo y un mínimo entre junio y julio, detalló Alfredo Gil, ingeniero hidrometeorologista con postgrado en planificación e ingeniería de recursos hídricos.

“A finales de enero y principio de febrero se observaron patrones atmosféricos de El Niño que faltaban. La perspectiva oficial de CPC / IRI tiene un aviso de El Niño, con una probabilidad del 65 por ciento de que se mantenga en febrero y abril, disminuyendo a 50 por ciento para abril y junio. La ocurrencia de un evento como este genera una reducción de los eventos de lluvia en gran parte del territorio nacional. Al presentarse un déficit de precipitaciones, como impacto del evento del niño en gran parte del territorio nacional, debería generar un incremento del número de incendio a nivel nacional, con la información disponible en el Instituto Nacional De Pesquisas Espaciais (INPE), que dispone información desde 1998 de focos activos de incendio. Si se calcula el promedio del número de incendios ocurridos durante los eventos niño y niñas para los primeros tres meses, se pueden observar valores por encima de la media en eventos niño y valores por debajo de la media en eventos la niña”.


Leyenda: Estadísticos del número de focos de incendios forestales. El comportamiento del número de focos de incendios forestales a nivel mensual comienza su ascenso importante a partir de diciembre.  Su mínimo se registra entre los meses de junio y julio, que coincide con la temporada de lluvia en Venezuela. Fuente: Portal del Programa Quemaduras del INPE (Brasil) / Ing. Alfredo Gil.


Un incendio forestal es un siniestro causado intencional, accidental o fortuitamente por el fuego que se presenta en áreas cubiertas de vegetación, árboles, pastizales, maleza y matorrales. Pueden originarse por quemas, vandalismo, colillas de cigarrillos encendidas, fogatas mal apagadas, líneas eléctricas, quema de basura y rayos. Poseen tres fases distintivas, como lo son la iniciación, la propagación (que dependerá de las condiciones atmosféricas, de la topografía del lugar y de la vegetación) y la extinción.

Hay varios tipos de fuegos en los incendios forestales tales como fuego de suelo o subsuelo (se propaga por la materia orgánica en descomposición y las raíces), fuego de superficie (se propaga por el combustible que encontramos sobre el suelo, incluye la hojarasca, hierbas, arbustos y madera caída) y fuego de copas.

Los incendios forestales causan erosión del suelo al desaparecer la capa vegetal; muerte o daños físicos a una parte de la población animal de la zona; muerte o daños físicos a las personas que intervienen en la extinción de los incendios o que resultan atrapadas por él; destrucción de bienes e infraestructura; pérdidas económicas; destrucción de la vegetación en la zona, afectando el ciclo hidrológico en las cuencas; contaminación de ríos que reciben las aguas de lluvia que atraviesan la zona quemada arrastrando partículas y cenizas en suspensión; destrucción de hábitats y enfermedades originadas por fenómenos como la calima (presencia en la atmósfera de partículas muy pequeñas de polvo, cenizas, arcilla o arena en suspensión que produce una disminución de la visibilidad y la aparición de molestias en ojos, nariz y garganta. Si es persistente o abundante, al cabo de unos días suelen aparecer otros síntomas como broncoespasmos, crisis respiratorias y asma).

Leyenda: Un incremento de incendios puede generar calima, en especial en la época de marzo y abril, lo cual puede generar enfermedades respiratorias. Foto: Daniel Hernández / El Estímulo.

El área afectada por los incendios forestales en Venezuela va en franco crecimiento. Zonas que tradicionalmente no eran presa de estos ahora son devastadas por el fuego. Concentrar esfuerzos en atacar las causas en vez de las consecuencias es más efectivo y económico, destaca Enrique García Suárez, director del Grupo Ecologista Sembramos Todos.

Impactos en distintas latitudes

El humo de los más de 400.000 incendios forestales registrados en los últimos diez años en la Orinoquia colombo venezolana fue respirado por bogotanos, paisas y bumangueses. Por primera vez, un estudio – realizado por expertos de las universidades Nacional y Andes que manejaron imágenes de los satélites Aqua y Terra de la NASA entre 2006 y 2016-, asoció las quemas con el comportamiento de los vientos y la contaminación del aire de comienzos de año en el norte de Suramérica, según una nota publicada por la revista Semana.

Leyenda: Expertos de las universidades Nacional y Andes, con un modelo de la trayectoria de las masas del aire, concluyeron que el humo llegó a Bogotá, Medellín y Bucaramanga. Fuente: Universidad Nacional, Andes / Semana.


Los vientos alisios –característicos de las épocas secas-, impulsaron el arribo de humo, hollín y más contaminantes proveniente de fuegos originados en estados como Apure, Guárico y Cojedes, a ciudades colombianas. La contaminación del aire no debe verse como un tema local, reiteran los expertos. La problemática es regional, nacional y hasta global. Una situación similar podría estar ocurriendo en regiones venezolanas proveniente de incendios en Brasil y Trinidad y Tobago.

Especialistas recomiendan que se imparta educación sobre el uso racional del fuego; cuidar y planificar las masas forestales y los bosques; limpiar periódicamente los bosques mediante labores selvícolas y de desbroce (limpiar los restos de ramas u hojas secas); introducir especies con un bajo poder combustible en franjas delimitadoras; reforzar los medios de vigilancia; evitar arrojar cigarrillos encendidos; tirar basura (las botellas o vidrios pueden iniciar el fuego creando el efecto lupa con los rayos del sol; hacer fogatas y estacionar automóviles en la orilla de la carretera donde haya hierba seca.

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