Texto e infografías: Francisco Rincón | Foto principal: Felipe Romero|Caraota digital

Unos cinco millones de animales languidecen por las calles de Venezuela. La crisis en el país, hace que los perros pierdan sus espacios para “alimentarse” o refugiarse, a manos de miles de personas que hurgan en la basura. El estado no atiende ni al 20 por ciento de esa población.


Un par de gritos y un chillido alteran la calma en El Saladillo, un populoso sector de la capital zuliana. A lo lejos, se alcanza a escuchar: “fuera, fuera. Vamos palla”, palmadas y el sonido de las piedras mientras repican en el pavimento. Son las 7.00 de la mañana y los vecinos que se asoman para averiguar la «novedad», no alcanzan a observar nada extraño, solo a una mujer de la tercera edad exaltada ,que permanece al lado de un vertedero de basura y balbucea groserías.

Al preguntarle qué sucede, responde: “otra vez el perro ese jodiendo en la basura, la próxima vez no lo voy a pelar”. Claudia, una de sus amigas, le comenta: “déjalo quieto que el hambre lo está matando”. La escena, es un abreboca del día a día de pecas –nombre ficticio del can debido a que los vecinos lo conocen solo de vista-, que desde que fue abandonado en una esquina del Centro de Maracaibo, languidece por las calles frente a la mirada inerte de miles de personas que lo rodean.

La emergencia humanitaria compleja en Venezuela, condena al sufrimiento y a la muerte a unos cinco millones de animales que están en situación de calle, según estimaciones de la Asociación Civil Red de Apoyo Canino.

La población de animales viviendo en situación de calle en Venezuela es del 17 por ciento en comparación con la población humana. En algunos países, ese promedio ronda el 10 por ciento.

En medio de la crisis, los perros pierden cada vez más espacios en los basureros y alrededor de las ventas de comida rápida -lugares donde consiguen buena parte de lo que comen-, a manos de un ejército de personas que buscan en los desechos sus alimentos y el de su familia, aunado a la disminución de las sobras que las personas sacan a la calle y la sobrepoblación.

Foto: Omar Véliz | El Nacional

La punta del iceberg

La tesis de las organizaciones que trabajan por la defensa y protección de los animales en el país, cobra fuerza al tomar en cuenta que una de cada 10 familias venezolanas come de la basura según un estudio de la fundación Cáritas y que 8,2 millones de venezolanos aproximadamente ingieren dos o menos comidas al día, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2017), elaborada por la Universidad Central de Venezuela, Universidad Simón Bolívar y Universidad Católica Andrés Bello.

En el trajín de sobrevivir, no solo pierden terreno para “alimentarse” o refugiarse, incluso su vida, pende de un hilo. En los últimos nueve meses, dos noticias, al menos, escandalizaron a la población, cuando fueron publicadas las imágenes y el vídeo de tres hombres que despellejaron, descuartizaron y deshuesaron a dos perros -en hechos separados-, para “comérselos”.

Las escenas de perros viviendo en situación de calle en Venezuela son de vieja data, sin embargo, las organizaciones consultadas para este trabajo, activistas y veterinarios, admiten que el problema se agravó a partir del 2014 debido a la crisis económicapolítica y social. Vicente Vila, profesor de anatomía de la Facultad de Ciencias Veterinarias de La Universidad del Zulia (LUZ), señala que no existe un control por parte del estado, las personas abandonan a los canes, los regalan o dejan “a su suerte” en terrenos baldíos. “Piensan que ellos solos se rebuscan. Desde hace tiempo dejamos de ver solo mestizos (conocidos como callejeros), y en la actualidad podemos observar de cualquier raza en condiciones deplorables”.

Foto: @apoyocanino

Una vida que se derrumba

Desde el mismo instante en el que son echados a la calle, comienzan los maltratos. La desorientación y el temor es el primer estado de indefensión al que se enfrentan. Casi en simultáneo sufren estrés, rechazos y ataques de los caninos que llevan más tiempo deambulando. Los embarga la tristeza que les provoca el abandono de sus seres queridos, la confusión al no comprender lo que sucede, el frio, hambre, sed y abusos de los seres humanos, explica Fanny de Fernández, activista de la ONG Amor Por Los Animales Venezuela.

“Son muy frágiles emocionalmente” y tanto el miedo como la soledad, matizan sus días “repletos de ansiedad” y expuestos a enfermedades que por su estado de vulnerabilidad, son mortales.

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Fernández detalla que la cantidad de peludos en la calle aumentó por la “ausencia de sentido de pertenencia que debemos tener con ellos” y la “grave” situación que atraviesa Venezuela. “Se les hace más fácil dejarlos sin un techo. En un mismo día pueden ser atropellados, golpeados, quemados o abusados sexualmente. Hay personas tan indolentes que incluso se van del país y los dejan encerrados en sus hogares sin agua ni comida”.

Un alto porcentaje de los perros que están en situación de calle alguna vez tuvo un hogar y menos del 15 por ciento están esterilizados, según el profesor Vila y la organización Animal Naturalis, lo que aumenta la sobrepoblación. Sin un hogar, el promedio máximo de edad que alcanzan antes de morir varia entre siete y ocho años (humanos): el 100 por ciento muere por causas que no están asociadas a la vejes.

El drama se multiplica

Los especialistas estiman que una perra puede parir anualmente 1.5 veces una camada de entre cuatro y ocho perros. De estos, sobreviven al primer año de vida solo una cuarta parte, debido a que son susceptibles a parásitos, infecciones, moquillo, parvovirosis, desnutrición, maltratos, arrollamientos y no están vacunados. Moisés Gonzales, coordinador de esterilizaciones de la Red de Apoyo Canino explica que los animales adultos que llevan una vida en la calle, tiene ligeramente mayores probabilidades de sobrevivir que uno recién abandonado, porque “aprende” a cruzar los calles y “defenderse”.

Roger Pacheco Eslava, vocero de valores humanos en Animal Naturalis agrega que si el animal es atendido por la comunidad “es probable que viva mucho tiempo, pero si está a la deriva lo más factible es que no pase de dos o tres años en esa condición”.


El menú de las sobras

La consecución de alimentos es una de las mayores dificultades a las que se enfrentan y la basura se transforma en un salvavidas que tarde o temprano termina por hundirlos. De la mugre, ingieren restos de comida como huesos de pollo, carne de res, pasta y arroz, pañales, papeles sanitarios y animales muertos. Por la desesperación de comer “lo que sea”, los peludos consumen en medio del afán restos de vidrios, veneno, plástico, cartón, anime y madera.

Al coctel mortal se suman las cortadas en las patas, nariz y boca, al momento en el que tratan de alcanzar los restos de atún, sardina o jamón endiablado de las latas, atraídos por el olor. Estos “ingredientes” pueden ocasionarles la muerte debido a obstrucciones intestinales, desgarro de órganos o intoxicaciones.

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Travesías que matan

Para encontrar algo que comer -con suerte-, un refugio para “descansar” o el hogar del que fueron botados, se enfrentan a múltiples escenarios que ponen a prueba sus capacidades de resiliencia. Sorteando los peligros de las calles y la maldad humana, explica Doris Rubio presidenta de la Asociación para la Defensa y Protección de los Animales (Asodepa), los peludos –que en mucho de los casos no saben defenderse y buscar alimentos- caminan largas distancias para intentar sobrevivir.

Diariamente, los especialistas consultados para la elaboración de este trabajo, estiman que pueden llegar a emprender travesías que varían entre cuatro cuadras y 10 kilómetros. A lo largo del trayecto que se ven obligados a recorrer -otros permanecen en sectores específicos-, gastan su energía –que proviene de la grasa corporal y tejidos musculares- que, aunado a la mala alimentación, agrava el cuadro de desnutrición que padecen. Los procesos metabólicos se alteran y ocasiona problemas con la insulina y la glucosa, la época de celo sufre alteraciones, las altas temperaturas pueden ocasionarles quemaduras y heridas en sus almohadillas, deshidratación, golpes de calor que producen temblores, desorientación y palpitaciones, se exponen a más riesgos, consumen la totalidad de su energía lo que les impide moverse y tras una larga agonía mueren.

En las calles deben tratar de esquivar las piedras que les lanzan los niños que no han sido educados y les hacen maldades, rechazos en plazas, zonas residenciales y ventas de comida, disparos, ensañamientos, y las lluvias, que pueden resfriarlos y causarles hipotermias. “Incluso, las personas los maltratan al echarles aceite quemado o gasolina supuestamente para curarles la sarna”, agrega Pacheco Eslava.

Sueños destrozados

Sin un hogar, las enfermedades están a la orden del día. Su sistema inmunológico “esta por el suelo”, presentan traumatismos, heridas abiertas “repletas de gusanos que emergen de su piel”, daños en el sistema nervioso, enfermedades dérmicas por falta de aseo, infecciones, trastornos del sueño y tumor de sticker. Las peleas que tienen con otros perros por alimentos, territorio o alguna hembra en celo, también les causan heridas que no se tratan y ocasionan la muerte.

Los activistas de la Red de Apoyo Canino refuerzan la teoría y comentan que “si le hacemos un examen de sangre a un animal que está en situación de calle seguramente los resultados saldrán positivos con erlichosis (enfermedad que produce la garrapata) y parasitosis. De cada 10, ocho podrían presentar algún tipo de patología”.

Foto: Andrea Hernández El Estimulo

Sin una gota

Encontrar agua es uno de los mayores desafíos que deben superar y para hallarla, beben líquidos contaminados en medio de la desesperación, deambulan más, lo que los hace propensos a ser arrollados y golpeados, y la sed aumenta su estrés. Moisés Gonzales, de la Red de Apoyo Canino admite que es uno de los mayores flagelos y la organización “ha hecho campañas para alentar a las comunidades a colocar envases con agua limpia en la zona para que los peludos tengan acceso”.

La crisis ambiental que atraviesa Venezuela es otro de los problemas que “golpea” a los canes y desde diferentes flancos los amenazan. Al estar expuestos a la polución ambiental, pueden padecer bronquitis, tos, asma, irritación de mucosas, inflamación en las vías respiratorias, alergias, dificultades respiratorias, tumores de pulmón, alteraciones en la barrera hematoencefálica, degeneración de las neuronas corticales y acumulación de grupos de proteínas asociadas con el desarrollo de Alzheimer en las personas.

Los perros, que poseen un olfato muy sensible, se mueven al ras del suelo e inhalan partículas contaminantes, como las de plomo, que suelen acumularse en la superficie. Además, en épocas en las que se registran pocas lluvias, sus problemas respiratorios aumentan, dado que la contaminación se concentra aún más en la atmósfera. La contaminación acústica se suma a lista de dificultades y les provoca temor, ansiedad y estrés. Su oído, que está mucho más desarrollado que el de los humanos, padece los bocinazos, sirenas, petardos, alarmas, motores, manifestaciones (que en Venezuela se registraron más de nueve mil 780 en 2017 según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) y 927 protestas solo en abril de 2018), entre otros.

Alejandro Álvarez Iraragorri, profesor universitario y activista por los derechos ambientales detalló que los cambios en el entorno los afectara de manera diferente dependiendo de su edad, raza y condición de salud. “Como el resto de los seres vivos son afectados por la contaminación y calores extremos, y cuan grave es su afectación, dependerá de múltiples condiciones; además, la falta de árboles aumenta la temperatura y disminuye la protección contra la radiación directa”.

Bajo el amparo del estado

El drama al que intentan sobrevivir los perros que están en situación de calle en el país es conocido por los representantes del estado que, con acciones u omisiones, terminan por condenarlos. El 30 de diciembre de 2013 mediante Gaceta Oficial Nº 40.324 fue creada la Misión Nevado por el presidente Nicolás Maduro con el objeto de “rescatar y proteger a los animales en situación de calle, impulsar el reconocimiento de los derechos animales y concienciar sobre el deber que tienen los seres humanos hacia ellos”.

Desde ese año hasta el final de 2017, lograron esterilizar a “26 mil 733 mascotas de manera gratuita en todo el territorio y puso en adopción a otras ocho mil”, según Maigualida Vargas presidenta de la Misión. Resaltó que desde su creación, sensibilizaron a más de 166 mil niños, niñas y adolescentes y al 30 de diciembre de 2017 habían “atendidos más de 937 mil 533 animales a través de los centros veterinarios integrales y de las coordinaciones regionales de todo el país”.

Al contrastar los datos oficiales con las estimaciones de animales viviendo en situación de calle en Venezuela aportados por las organizaciones de la sociedad civil, la información arroja que el 0.53 por ciento estarían esterilizados, las adopciones serian del 0.16 por ciento y la atención es menor al 19 por ciento.

El “trato amoroso a los animales” por parte del estado es cuestionado y hace un mes el actor mexicano Raúl Julia Levy denunció que el gobierno rechazó la donación de 36 toneladas de perrarina destinadas para los peludos de Zulia y Mérida. El objetivo es “alimentar a perritos en situación de abandono en Venezuela. Se trata de un compromiso filantrópico y sin ningún fin político”, aseguró.

Foto: Capture de pantalla

“Una tierra sin ley”

Pese a que en el país existe la Ley para la Protección de la Fauna Domestica Libre en Cautiverio (aprobada en 2010) que establece como infracciones graves el maltrato, actos de crueldad, prácticas de mutilaciones, abandono, negligencia, falta de condiciones higiénicas-sanitarias, exposición a régimenes elimentarios no acordes con sus requerimientos y trabajos que le ocasionen inmovilización y consecuente daño o dolor, es “letra muerta”.

Las multas, que van desde 70 hasta 100 unidades tributarias por el maltrato que les cause la muerte, comercio ilícito, sacrificios para consumo humano en lugares públicos, organización y celebración de peleas con caninos, la esterilización o el sacrificio sin dolor de animales sin control facultativo y el Código Penal que establece sentencias a prisión, son nulas por omisión o desconocimiento.

La ley obliga a las alcaldías a crear un centro de rescate, recuperación y atención de fauna doméstica.

Los especialistas concuerdan que existe “impunidad, vacíos legales, las sanciones no corresponden con los hechos, no se les da importancia a los animales y las autoridades desconocen la legislación. “Las personas que abandonan un animal lo hacen porque sienten que no tienen riesgos de ser castigados por ello y propusimos que ese delito sea muy tomado en cuenta en la reforma del Código Orgánico Procesal Penal. Los ven como simples objetos y eso debemos revertirlo”, acota el vocero de valores humanos en Animal Naturalis.

Propuestas para un cambio

En paralelo a los problemas, surgen posibles soluciones que auguran una realidad diferente en el corto y mediano plazo para los peludos que languidecen en cualquier rincón del país. Entre ellas, destacan las campañas educativas, de concientización y sensibilización, aplicación de la ley y endurecimiento de la legislación, campañas de esterilización sistemáticas, abarcativas, masivas y gratuitas, promocionar la adopción y penalizar el abandono.

Es “primera vez en la historia de Venezuela que existe un panorama así” y en las calles pueden observarse Mestizos, Pastores Alemanes, Rottweiler, Terrier, Bóxer, Golden Retriever, Cocker, San Bernardo, Mastín, Weimaraner y Poodle, que son “los más abandonados y maltratados, porque de pequeño son utilizados como regalos”.

Con el paso de los días tratan de hacer grupos para resguardarse y conseguir alimentos. Algunas personas les tienden la mano y les ofrecen comida, pero cuando llegan enfermos o con heridas purulentas de gusanos son espantados. Pueden verse gordos, pero están repletos de parásitos, las familias más humildes multiplican lo poco que tienen para no abandonarlos, su pelaje no es brillante y la rutina “angustiante es agobiante”.

Foto: Carlos Garcia Rawlins | Reuters

Entre certezas e incertidumbres 

La situación de los refugios es “grave” y en el caso del de Asodepa, viven 250 animales entre gatos y perros, que comen solo alimentos concentrados y en la actualidad es cuesta arriba, señala su presidenta. “Las compañías dejaron de darnos créditos y no tenemos ayudas gubernamentales. Los perros consumen 100 kilos de alimentos diariamente y los gatos entre 8 y 10 kilos”.

Con los peludos en las calles sufriendo y reproduciéndose sin control, aumentan los riesgos de contagio de enfermedades que se transmiten de animales a humanos como la rabia o la sarna, proliferan las garrapatas y pulgas, el flagelo “obliga a que las personas o colectivos sensibles al problema dediquen su tiempo, esfuerzo y dinero, tratando de resolver un problema generado por la irresponsabilidad de un sector de la sociedad y el estado”, pero “ellos no son los culpables, se convierten en víctimas del desprecio y el acoso de personas que no les quieren en su entorno”.

En medio de la emergencia humanitaria compleja, las comunidades se han activado y dentro de sus posibilidades les tienden la mano. Las solicitudes de ayuda a las organizaciones para dar a sus animales en adopción aumentaron, y los precios del alimento concentrado, medicamentos y vacunas “se dispararon”.

En su trajín por las calles de Maracaibo, Pecas debe hacerle frente a las envestidas desorganizadas de los vehículos motorizados que circulan desordenados por los semáforos dañados, bebe el agua que gotea de los aires acondicionados e intenta parar la picazón, mientras se rasca y rompe su piel por la desesperación. En la mañana sube a los container a buscar algo que le llene su barriga y en la tarde cruza las calles chillando sin mirar a su alrededor, mientras lo persiguen y no entiende el motivo por el cual está en esa situación.

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