Dentro de las viviendas, el agua subió más de un metro. Culebras, ratones y zancudos acechan a los vecinos mientras se trasladan por las calles en cayucos, pedazos de anime con resina y balsas.

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Desde las 2:00 am de este 17 de noviembre, en el sector Puerto Caballo, ubicado en la parroquia Idelfonso Vásquez del municipio Maracaibo, estado Zulia, más de 400 familias sufren los estragos de las inundaciones «luego de que comenzara a llover y abrieran el aliviadero de la represa de Tulé».

A partir de ese momento, el agua comenzó a entrar por la Laguna Las Peonías, que aumentó su nivel habitual y abnegó todo el poblado. Los vecinos dormían mientras el agua subía más de un metro dentro de las viviendas y, al percatarse, corrieron para tratar de salvarse y proteger algunas de sus pertenencias.

«Se perdieron colchones, cocinas y electrodomésticos, pero aún no sabemos qué tan grande es el desastre porque el agua sigue adentro», lamentó Gesmilda Morales, habitante del sector.

Otra vecina aseguró que nadie les avisó que abrirían el aliviadero. «Fue de pronto, todos dormíamos».

Por el agua navegan culebras que pican a los lugareños y «la gran laguna» sirve de criaderos para los zancudos que amenazan con desatar casos de dengue.

Fotos: Francisco Rincón

Al borde del precipicio

El agua que inunda Puerto Caballo es una mezcla de agua de lluvia, agua de la Laguna de Las Peonías y aguas negras de las alcantarillas que colapsaron por la falta de mantenimiento.

Caminar por las calles es de alto riesgo y los niños, adultos mayores, personas con alguna discapacidad y mujeres embarazadas se trasladan en cayucos, pedazos de anime con resina y balsas, en busca de un refugio.

Muchas de las tiendas que ofertan alimentos en la zona no pudieron abrir y la inseguridad alimentaria empeoró: algunos niños no desayunaron ni almorzaron porque no tenían algo para comer y las cocinas quedaron inundadas.

Las fugas de gas también son visibles dentro del agua.

Mientras intentaban subir las neveras en gaveras de gaseosas y amarrar a las mascotas en carretas para intentar salvarlos, pobladores estimaron que «quizás lo peor es que el agua podría bajar en 4 semanas si deja de llover. Somos los eternos olvidados».

Hasta el martes al mediodía, algunos vecinos, en su mayoría adultos mayores y personas con alguna discapacidad, tenían problemas para salir de sus viviendas.

Los pescadores que hacen vida en el sector tampoco pudieron trabajar este martes porque, entre otras cosas, perdieron chinchorros (redes de pesca) y ayudaban en sus hogares a resguardar enseres.

En la comunidad hay miedo de que un cable de electricidad caiga en el agua y ocasione otra tragedia.

«A la buena de dios»

De acuerdo con los testimonios de los entrevistados, la última vez que sufrieron inundaciones similares a causa de las lluvias y la apertura del aliviadero de la represa de Tulé fue hace 13 años.

Desde el martes en la madrugada, familias enteras se vieron obligadas a refugiarse en casas vecinas al borde de la Troncal del Caribe y deberán dormir en la calle.

«Tenemos que ver cómo nos acomodamos al borde de la carretera (la Troncal del Caribe), que es donde está un poquito más alto. Pedimos a dios que los guardias no vengan a tirar bombas lacrimógenas como lo hacen cuando salimos porque no hay luz», dijo, entre quejas, una de las mamás afectadas.

Los vecinos piden a las autoridades que los tomen en cuentan y brinden soluciones, «no que vengan a tomar fotos y ya».

Entre sus requerimientos más urgentes, necesitan ropa (para niños, jóvenes y adultos), comida, agua potable y atención médica.

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