Los abusos están relacionados con el maltrato a personas en situación de dependencia, la violencia de pareja y doméstica, y el maltrato infantil. El 71 por ciento de mujeres victimas de violencia de género refiere que el maltratador lesionó, amenazó o mató a sus animales para controlarlas a ellas y a sus hijos.


Autor: Francisco Rincón

El maltrato animal, con frecuencia abordado como algo “inofensivo” o “juego”, es un indicador de violencia en muchos casos de trastorno antisocial. Un estudio elaborado por el FBI, develo que 46 por ciento de los asesinos en serie maltrataba animales durante la adolescencia y el 86 por ciento de las mujeres víctimas de violencia también refirieron maltrato a sus animales.

Existe una relación directa entre el maltrato a personas en situación de dependencia y el maltrato animal, y según la profesora e investigadora Nuria Querol Viñas, “a lo largo de nuestras vidas es muy probable que establezcamos lazos afectivos profundos con algún animal, ya que se estima que más de la mitad de las familias comparten su vida con ellos”.

Cada vez más, los adultos mayores optan por adoptar un animal o participar en programas de actividades asistidas por animales de compañía, mejorando de manera significativa su calidad de vida (realizan más ejercicio, aumentan las relaciones sociales, mejora el estado de ánimo y la memoria.)

Por otra parte, existen poblaciones que se caracterizan por una especial vulnerabilidad y que suelen establecer relaciones de afecto o de amor hacia sus animales de manera más acentuada debido a que en muchos casos suelen ser sus únicas fuentes de cariño, como sería el caso de niños, mujeres maltratadas o personas mayores.

Un “monstruo” de mil cabezas 

La crueldad o la negligencia hacia animales puede ser, a menudo, una señal de alarma de otras formas de maltrato, incluyendo a las personas mayores, como denunció, en el 2001, la Humane Society de Estados Unidos (HSUS).

Cuando un miembro de la familia maltrata al animal doméstico de un pariente anciano, las motivaciones pueden ser complejas, detalla la profesora. El perpetrador puede descuidar o abusar del animal doméstico de un anciano como forma de control o de venganza a causa de su frustración por la responsabilidad de cuidar de él, o como manera de obtener beneficios financieros.

Una encuesta realizada por la HSUS y el Centro Nacional de Maltrato a Personas Mayores (National Center on Elder Abuse, NCEA) demostró que más del 35 por ciento de los participantes aseguraron que sus pacientes referían que sus animales habían sido amenazados/maltratados/heridos o muertos por la persona responsable de su cuidado; más del 75 por ciento explicó que la preocupación de los pacientes por el bienestar de sus animales afectaba las decisiones sobre intervenciones y a menudo rechazaban servicios o alojamiento si las necesidades de sus animales no se tomaban en consideración.

En medio de la problemática, “hay maneras en las que podemos ayudar a prevenir el maltrato a las personas mayores y a sus animales” y resaltan: la familiarización con los signos de maltrato o negligencia en ancianos (incluyen abusos físicos, sexual, emocionales, negligencia, abandono y la explotación financiera o material); comprobar el estado de salud de los animales domésticos; preguntar por cualquier problema de salud o lesión recientes; fijarse en los animales domésticos que son, a menudo, subalimentados en hogares abusivos, sus costillas pueden verse a simple vista y sus platos de comida estar vacíos; examinar el comportamiento de los animales que, en hogares abusivos, se asustan fácilmente, se esconden, son agresivos, o excesivamente protectores y preguntar el por qué el animal doméstico se fue del lugar o si alguien se lo llevó (las respuestas pueden conducir a descubrir la crueldad hacia el animal y dar la oportunidad al adulto mayor de que pueda tomar parte en la denuncia de maltrato).

Vínculos peligrosos

La violencia de pareja y el maltrato en contra de los animales, están “estrechamente ligados” y “tener antecedentes de maltrato a animales es uno de los cuatro factores de riesgo más significativos para ejercer violencia de pareja”. En una docena de estudios entre el 15 y el 48 por ciento de mujeres victimas de violencia de género retrasaba dejar una relación violenta si temía por la seguridad de sus animales de compañía. El 71 por ciento refiere que el maltratador ha lesionado, amenazado o matado a sus animales para controlarlas a ellas y a sus hijos, y los maltratadores que lastiman animales son más peligrosos y usan más formas de violencia que los que no lo hacen.

86 por ciento de mujeres víctimas de violencia también explican maltrato a sus animales

Diversos estudios en víctimas de violencia de pareja en el contexto familiar realizados en EEUU concluyeron que el 70 por ciento de los maltratadores de animales tenían otros antecedentes delictivos; los niños que son testigo de violencia doméstica maltratan animales de dos a tres veces más que el promedio y el maltrato de animales llevado a cabo por niños es uno de los indicadores más importantes y tempranos del trastorno de conducta.

Los resultados demostraron que los niños que sufrieron abusos sexuales son seis veces más proclives a cometer maltrato hacia los animales que los que sufrieron otro tipo de abusos y aproximadamente el 79 por ciento de los refugios de animales refiere una relación entre la violencia familiar y el maltrato animal.

Los tentáculos del maltrato animal permanecen interconectados con el maltrato infantil y la violencia doméstica. En familias disfuncionales, los niños pueden aprender que los animales pueden ser maltratados e incluso que la conducta agresiva es aceptable hacia humanos. Algunos niños se identifican con el agresor (que puede maltratarlos a ellos o al cónyuge además de a las mascotas) y se convierten ellos mismos en agresores.

Comportamientos sombríos 

La crueldad hacia animales es más frecuente en hogares con episodios de violencia doméstica y alcoholismo o abuso de otras drogas por parte de los progenitores. La detección del maltrato al animal puede ayudar también al descubrimiento de más comportamientos violentos y hacer posible una intervención más precoz.

Los maltratadores son crueles con los animales porque “demuestran y confirman su poder y control sobre la familia; tiende a forzarla a mantener un secreto; enseña sumisión; castiga los actos de independencia y autodeterminación; perpetua el terror; evita que la víctima huya o la obliga a volver, y la degrada implicándola en el abuso (el maltratador puede realizar actos de zoofilia obligando a la mujer y los niños a mirar).

Especialista señalan que es necesario reconocer la crueldad hacia animales como un maltrato doméstico, porque pone de manifiesto la deliberación en el maltrato y no es una enajenación transitoria ni una pérdida de control; las víctimas pueden retrasar su huida para proteger a sus animales, además de que identificando a quien maltrata a un animal, se pueden detectar otras víctimas de la violencia en la familia.

Las víctimas del comportamiento violento, ya sean animales o humanos, necesitan de la voluntad de todos los colectivos con capacidad de intervención y las investigaciones sobre la crueldad hacia los animales son aún insuficientes para comprender la dimensión del fenómeno, hecho que podría atribuirse, entre otros aspectos, a que el fenómeno se produce en una especie distinta a la nuestra.

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