Texto: Francisco Rincón (@Frajorim)
Entre julio y agosto en las zonas cercanas al Lago de Maracaibo y a más de cinco kilómetros de distancia, la ciudadanía se ha quejado de que “el mal olor no se aguanta” por la pestilencia que emana del verdín y los constantes derrames de hidrocarburos.
Pocas veces se sabe qué respiramos y por qué debe importarnos la calidad del aire.
La contaminación del aire se refiere a la presencia de partículas, gases o materias en el aire capaces de reducir su calidad y generar un riesgo, daño o molestia grave para las personas y otros seres vivos.
Es el resultado de múltiples contaminantes que pueden ser de origen natural o causadas por la acción de las personas.
Un cuadernillo elaborado en 2021 por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), detalla que la contaminación del aire es el principal riesgo ambiental para la salud pública en las Américas y las personas jóvenes, en particular los niños y las niñas, son especialmente vulnerables.
Alrededor del 92% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de contaminación del aire sobrepasan los límites máximos de exposición recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar consecuencias graves sobre la salud humana.
Sin acciones
Lamentablemente, no todos los países han emprendido las acciones que deberían frente a esta situación ni se dispone de datos actualizados que permitan implementar soluciones locales eficientes y efectivas basadas en la evidencia, entre ellos Venezuela, que ha suscrito y ratificado instrumentos de cooperación internacional y cuenta con normas sobre calidad del aire y control de la contaminación atmosférica.
La principal fuente de contaminación del aire son las emisiones provocadas por la quema de combustibles fósiles para el transporte, los procesos industriales o la producción de energía, las actividades agrícolas y ganaderas, la quema de bosques y residuos sólidos y la energía doméstica.
Por su parte, entre los principales contaminantes destacan el material particulado, Ozono (O3), Dióxido de Azufre (SO2), Monóxido de carbono (CO), Dióxido de nitrógeno (NO2), Compuestos orgánicos volátiles (COV), Metano (CH4), Hidrofluorocarbono (HFC) y el Carbono negro (BC).
La exposición a la contaminación del aire se ha vinculado con varios problemas de salud que se manifiestan en diferentes enfermedades que, en muchos casos, ocasionan la muerte.
La contaminación del aire se asocia a enfermedades que afectan el corazón y los vasos sanguíneos como la aterosclerosis, infartos de miocardio, trombos en la sangre, isquemias, accidentes cardiovasculares y fallos fatales del corazón; enfermedades que afectan las vías respiratorias como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), infecciones respiratorias y cáncer de pulmón; además, puede reducir las funciones cognitivas, disminuir el nivel de inteligencia, afectar la capacidad de aprender y memorizar, y puede llegar a aumentar los niveles de depresión y ansiedad.
En el caso de los niños y niñas, sus características anatómicas, cognitivas, inmunológicas, fisiológicas, psicológicas y sociales los hacen más sensibles a las enfermedades y la contaminación. Pero va más allá: durante el período prenatal, la exposición de la persona embarazada a los contaminantes puede tener efectos sobre la salud del feto y dar lugar a condiciones o enfermedades que pueden perdurar toda la vida.
Grandes impactos
La contaminación del aire afecta directamente al desarrollo social y económico, además, debido al deterioro de la salud de las personas, se incrementan los gastos en salud y esto afecta a la economía familiar y a los costos de los estados en el sistema de salud. A su vez, disminuye la capacidad productiva y limita las posibilidades de encontrar empleo. En consecuencia, a largo plazo se incrementará el riesgo de que las personas y sus familias vivan en condiciones de pobreza e inequidad, llegando en muchos casos incluso a la muerte prematura.
Sin embargo, existen acciones concretas que puedes emprender con el propósito de movilizarte por un aire puro, entre ellas conocer cuál es tu huella de carbono e identificar de qué manera puedes reducirla; si vas a desplazarte de un lugar a otro y la distancia es corta, usa la bicicleta o intenta ir caminando; no hagas fogatas ni quemas al aire libre; informate sobre el impacto de un producto o una marca sobre la calidad del aire; toma decisiones informadas para protegerte de la contaminación del aire; comparte el conocimiento con tus personas cercanas y exprésate. Especialistas recalcan que urgen medidas de reducción de contaminantes de origen industrial.
A falta de estaciones de monitoreo de la calidad del aire, páginas web como Aqli muestran un índice de calidad. Aunque usan datos de hace años y con un alto nivel de incertidumbre, al menos sirven para tener una referencia.