En diferentes modelos se prevé que, para 2050, el potencial total de captura pesquera mundial podrá variar en menos del 10 por ciento. Los aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados y los microplásticos causan “especial preocupación”.
Autor: Francisco Rincón
Los efectos del cambio climático y la contaminación son “palpables” en el planeta y tanto la pesca, como la acuicultura, no escapan de los embates de la hecatombe ambiental. Una serie de especies marinas está respondiendo a los efectos climáticos al desplazar sus distribuciones hacia los polos y hacia aguas más profundas; Estos cambios se dan en función de su movilidad y la conexión con el hábitat y el aumento de la absorción de dióxido de carbono por los océanos, que se traduce en una mayor acidez del agua.
Se prevé que la competencia por el agua, los cambios en el ciclo del agua, el aumento de la frecuencia de las tormentas y el crecimiento del nivel del mar afectarán tanto al sector de la pesca continental como al de la acuicultura y los especialistas vaticinan que la producción primaria de los océanos del mundo, de la que dependen la red alimentaria marina y, en última instancia, el pescado, disminuirá en un seis por ciento para 2100 y en un 11 por ciento en las zonas tropicales, según develo la publicación “El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2018”, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En diferentes modelos se prevé que, para 2050, el potencial total de captura pesquera mundial podrá variar en menos del 10 por ciento dependiendo de la trayectoria de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero con una variabilidad geográfica. Si bien los efectos serán negativos principalmente en regiones tropicales que dependen de la pesca, existirán oportunidades en las regiones templadas.
En el documento, la FAO reconoce que los riesgos y la vulnerabilidad de los sectores de la pesca y la acuicultura, así como el de las comunidades que se valen de ellos, dependen no solo de los cambios físicos, químicos y biológicos previstos (y de la probabilidad de que ocurran), sino también de la vulnerabilidad de sus contextos.
Ecosistemas marinos amenazados
Actualmente el cambio climático está produciendo modificaciones en la distribución de las especies acuáticas y esta tendencia continuará. Las especies marinas han expandido los límites delanteros de su distribución, en general hacia los polos, un promedio de 72 km por década, mientras que la llegada de las condiciones de primavera en los hábitats marinos ha avanzado 4,4 días por década (estas tendencias son congruentes con el hecho de que las especies conservan sus preferencias ecológicas térmicas o conexas).
La Organización reconoce que es “preocupante” que estos cambios afecten las interacciones biológicas y, en consecuencia, el funcionamiento de los ecosistemas marinos. Como resultado de ello, el cambio climático podría alterar la provisión de bienes y la prestación de servicios provenientes de los ecosistemas marinos.
Datos probatorios recientes indican que la expansión hacia los polos se traducirá en un incremento local de la abundancia de especies en la mayoría de los lugares, excepto en las regiones tropicales en las que se prevé una marcada disminución de la abundancia, aunque, en última instancia, los patrones de abundancia de las especies se determinan por factores locales, además del cambio de temperatura.
Foto: AFP
Proyecciones recientes extraídas del Proyecto de Intercomparación de Modelos de Impacto Intersectorial indican que los cambios en la producción pesquera marítima pueden tener exactamente la misma amplitud que los de la agricultura de cultivos, que suele ser citado como el sector más afectado por el cambio climático. Además, las proyecciones revelan una disminución de la producción tanto marina como terrestre en casi el 85 por ciento de los países costeros analizados, con grandes variaciones según su capacidad nacional de adaptación.
Los hallazgos subrayan la importancia de responder al cambio climático coordinadamente en todos los sistemas alimentarios, a fin de garantizar que se tienen las mayores oportunidades y se reducen los efectos negativos, y para asegurar la provisión de alimentos y medios de subsistencia. Entre las medidas que deben adoptarse en la pesca, acuicultura y la agricultura, se encuentra la gobernanza eficaz, la mejora de la ordenación y la conservación, iniciativas para maximizar los beneficios sociales y ambientales del comercio, una mayor equidad en la distribución y la innovación de la producción de alimentos, y el desarrollo continuo de la acuicultura de pocos insumos y repercusión escasa, se lee en el informe de la FAO.
Leyenda: La subregión oceánica que limita con Venezuela es una zona en la que se proyecta una expansión de las aguas estacionalmente hipóxicas (con una baja concentración de oxígeno) debido a la estratificación termal y a la eutrofización (enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema acuático); fenómenos masivos de decoloración de los arrecifes de coral (Alto), vinculados al cambio climático.
Océanos de plástico
Dos tipos de contaminación de los océanos causan especial preocupación desde la perspectiva de la pesca y la acuicultura. El primero lo constituyen los aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados de la pesca de captura, que tienen efectos negativos en la pesca y el ecosistema marino. El segundo son los microplásticos, que son cada vez más frecuentes en los ambientes acuáticos y causan preocupación por sus efectos en los peces como alimento para consumo humano y en la salud de los ecosistemas marinos.
Los aparejos de pesca abandonados, perdidos o descartados tienen efectos negativos en los ecosistemas marinos, la fauna y la flora silvestres, los recursos pesqueros y las comunidades costeras. Algunos continúan capturando especies que son objetivo de la pesca junto con las que no lo son, y atrapan o matan animales marinos, incluidas especies en peligro (pesca fantasma); Pueden causar daños físicos en el fondo del mar y los arrecifes de coral; Son un peligro para la navegación y la seguridad de los usuarios de los océanos; Una vez que llegan a las costas contaminan las playas con basura plástica que no se degrada fácilmente; Son una fuente de microplásticos cuando se desintegran con el paso del tiempo y tanto su recuperación como limpieza, supone grandes costos para las autoridades y para la industria pesquera.
Los microplásticos -que tienden a atraer contaminantes persistentes y bioacumulables presentes en el agua, así como organismos vivos (invertebrados marinos, bacterias, hongos, virus) que los utilizan como sustrato-, ingresan en el océano provienen de una variedad de fuentes terrestres y marinas. En el sector de la pesca y la acuicultura, la construcción, el uso, el mantenimiento y la eliminación de artes de pesca, jaulas, boyas y envases de productos son fuentes de microplásticos y se estima que 67 por ciento de la contaminación plástica de los ambientes marinos proviene de 20 ríos, principalmente de Asia.
Es probable que las concentraciones más elevadas de microplásticos se encuentren en el Pacífico, el Golfo de Bengala y el mar Mediterráneo.
Existen reportes de la absorción de microplásticos por la fauna acuática en una amplia variedad de hábitats, así como en jaulas de acuicultura y se ha observado que más de 220 especies de animales marinos (excluidos aves, tortugas y mamíferos) han ingerido microplásticos en su ambiente natural; la mitad de estas tienen importancia comercial.
Los pescados, crustáceos y moluscos pequeños que se comen enteros con los intestinos son la principal causa de preocupación en cuanto a la exposición alimentaria a los microplásticos a través del consumo de pesca y productos acuícolas, y “debe dársele prioridad a las medidas preventivas que reducen la basura marina y los microplásticos en los océanos, lo que incluye la consideración de enfoques de economía circular para evitar la generación de desechos y eliminar gradualmente los plásticos de un solo uso”.