Texto: Juan Ferrer | Fotos: Francisco Rincón
Dedicarse al periodismo en Venezuela es más difícil que nunca. Entre finales del año 2024 y el primer semestre del 2025, los periodistas tenían en promedio entre dos y cinco trabajos para poder sobrevivir, sin embargo, para el segundo semestre del año apenas permanecen en uno o dos en el mejor de los casos: algunos son fijo, otros son temporales.
El desempleo masivo se agudizó luego de que los proyectos de los que formaban parte culminaran como estaba previsto, mientras que otros finalizaron «súbitamente» por falta de fondos.
La falta de estos ingresos forzó a poner fin a varias iniciativas periodísticas de medios independientes que se dedicaban a la producción de noticias locales, fact-checking e investigación, a la par de la reducción de personal en las redacciones de un día para otro.
En un contexto ya restrictivo, de cierre de medios de comunicación, de la criminalización de la profesión, la autocensura y detenciones arbitrarias, los medios y periodistas son más vulnerables a las presiones.
Esta situación no sólo afecta a los periodistas; también a sus familias. Hay reporteros que son cabezas de hogar y que actualmente no cuentan con un trabajo fijo que les garantice por ejemplo «los tres platos de comida». Lo poco que ganan deben destinarlo al pago de medicamentos vitales, servicios y alimentos poco variados sin un gran aporte nutricional. Esto ha traído graves consecuencias en la salud física y mental.

Hay quienes se sienten al borde del abismo de solo pensar cómo resolver cada día.
Es agotador.
La incertidumbre se apodera de sus pensamientos y saben que, en el caso de contar con ahorros, cada vez tienen menos. Es entonces cuando surge la pregunta, ¿Qué voy hacer ahora?
Las atenciones psicológicas que brindan algunas ONG y medios han servido como una herramienta de apoyo para quienes han manifestado malestares psicológicos como depresión y ansiedad. En momentos tan oscuros para el periodismo venezolano estas redes gratuitas han sido fundamentales.
Seguir o no en el ejercicio periodístico
Para las y los periodistas consultados para este trabajo, no es fácil tomar la decisión de dejar la profesión a la que le han dedicado parte de su vida, pero con tantos riesgos y sin empleo, esta idea cada vez está más presente.
Es así como piensan hacer algo diferente al periodismo que les genere ingresos, estabilidad y tranquilidad. Algunos, incluso, ya abandonaron el oficio y no tienen ningún interés en ser parte de algún medio de comunicación (al menos no como periodista).
El desempleo masivo de periodistas afecta a la ya vilipendiada democracia, a las comunidades y a la ciudadanía que sin acceso a información de calidad y verificada no pueden hacer sus contrastes, construir un pensamiento crítico, crear hábitos informativos, cuestionar las decisiones que inciden en su vida cotidiana, ni generar debates en la opinión pública sobre temas fundamentales.
Sin oportunidades
Las vacantes laborales para periodistas actualmente son casi inexistentes en Venezuela y las pocas opciones disponibles no valoran la experiencia y los salarios mensuales a duras penas llegan a $200 mensuales por jornadas extenuantes.

Ante este escenario, periodistas han enviado decenas de solicitudes a medios regionales, nacionales, internacionales y ONG. Sin embargo, no han recibido respuestas. «Envié más de 20 currículos y nada. Me ha tocado hacer una vida fuera del periodismo», lamentó un periodista que prefirió no dar su nombre.
Sin oportunidades en los medios, los periodistas «matan tigres» limpiando casas, haciendo postres, manejando redes sociales, editando videos y vendiendo helados.
Como parte curiosa de la historia, el desempleo los ha reconectado con algunos hobbies como leer, salir con amigos, compartir en familia, dibujar y hacer cursos online, pero la grave situación económica que en paralelo hace que no puedan disfrutar del «descanso» e incluso, se sienten culpables por no ser «productivos».
Algunos periodistas coquetean con la idea de irse del país y otros se ven ejerciendo su profesión a distancia: quienes aún tienen esperanza de trabajar en el país anhelan la renovación de los proyectos laborales. La mayoría solo quieren un trabajo digno, estable y seguro.
Mientras todo sigue en pausa, el sueño de los periodistas venezolanos es trabajar con libertad, sin miedo y en condiciones laborales que les garanticen vivir y no sobrevivir.